domingo 06 de enero de 2008

Una caminata con los amigos...


Ayer subí una montaña, me costo, me costo mucho. Y todo comenzó después de una noche de películas pizza y risas con los amigos, no se si fue por el cargo de conciencia de la pizza o por el sentido de aventura, que decidimos subir hasta el rotulo de la Coca-Cola, pero al final todos nos comprometimos a estar puntuales y subir juntos.
Es gracioso como algunas personas posiblemente iban llegando a sus casas a las 4:30 a.m. después de una noche de fiesta, y nosotros un grupo de 8 personas nos levantábamos a esa hora para ir a hacer un poco de deporte. Para recordar tan memorable día y para tener pruebas de que éramos 8 al subir, por si alguno se perdía comenzamos con una sesión de fotos, y luego de alguno inconveniente en logística comenzamos a caminar exactamente a las 5:25 a.m. La subida siempre es lo más difícil, obviamente, la oscuridad cubría todo, pero nos la arreglamos para que una pequeña luz de un celular nos dejara ver por donde íbamos, el silencio del lugar se lleno por música de fondo para darnos mas entusiasmo y entre risas y todo el camino se nos hizo menos cansado. Necesite un poco de ayuda de mi inhalador para podes seguir hasta casi la mitad del camino, de ahí en adelante todo fue mas fácil. Llegamos a nuestro destino final, complacidos por haberlo logrado sin ningún inconveniente, y el mejor regalo que obtuvimos estando arriba, fue el de poder apreciar la naturaleza, la belleza de un lugar donde no existe la tecnología, poder respirar un aire puro. Luego de una sesión mas de fotos para tener pruebas de que lo habíamos logrado. Ante tanta belleza, decidimos tomarnos un tiempo para poder alabar a Dios de mañana, darle gracias por esa oportunidad de juntos ver sus maravillas y por todo lo que el hace por nosotros. Fue un rato de verdadera paz, el aire se lleno de nuestras voces, y pudimos sentirnos ahí arriba un poco más cerca de El. Pero a pesar de todo el tiempo era nuestro peor enemigo, comenzamos nuestro retorno a la realidad. Y mientras iba bajando también entre chistes y risas y con el camino tan claro, comencé a pensar en este reto, y como es tan comparable a nuestra vida como cristianos, el camino de subida cuesta mucho, pero la recompensa al llegar es poder apreciar a Dios en todo su esplendor. La verdad es que fue una buena experiencia, tanto que decidimos hacerlo todos los sábados que siguen. Espero que lo podamos lograr…